ya acabó su novela

Los Rendidos de José Carlos Agüero, un diálogo sobre los años de violencia política.

Publicado: 2015-07-13

José Carlos Agüero, es historiador sanmaquino y poeta, que utiliza sus conocimientos intelectuales, para que a través de la reflexión sobre sus memorias, nos haga una invitación para dialogar sobre el fenómeno más impactante de las últimas décadas de la historia del país. Siendo, su ubicación social, un intelectual que deviene de padres senderistas, tiene en su experiencia las imágenes de un fragmento en esta compleja trama. Trae consigo, el testimonio más cercano e íntimo, para conocer a los senderistas; seguramente, sin pretenderlo, su historia puede expresar regularidades con las otras historias de hijos o parientes de senderistas, para quienes recién con este libro, pueden sentirse invitados a conversar. 

Para quienes agitamos las banderas del comunismo y en especial quienes militamos en Patria Roja, nos es muy difícil hacer política sin ser tildados de “senderistas”, “terroristas” y distintos otros rótulos. Y hemos dado esfuerzos y lo hacemos continuamente deslindado con sendero; en muchos espacios, los hemos enfrentado y seguimos enfrentando, con la ira que conlleva, la disputa política entre bandos de enemigos declarados. Los senderistas antes y ahora, en cualquier espacio y circunstancias, arremeten contra nosotros, en gremios, movilizaciones y cualquier espacio de debate o práctica política; viceversa los denunciamos públicamente y hasta los enfrentamos físicamente, tratando de expulsarlos de toda organización popular.

Mi mirada sobre el conflicto armado interno, siempre ha sido de un odio incisivo contra los senderistas, por ser responsables de asesinatos a militantes nuestros, por su comportamiento agresivo y su terquedad al tratar de incidir su lectura política como única posible. Por eso, tratar de humanizar a quienes nosotros culpamos de nuestra situación marginal, en la que nos encontramos, es algo difícil. Darle sentimientos a los “bárbaros”, siempre sonará a “apología”. Sin embargo, es necesario reflexionar en voz alta y “Los Rendidos” de Agüero invitan a ello.

He leído con atención el texto de José Carlos, he intentado hacer aquel ejercicio intelectual de retrotraerme a mi infancia y recordar cuales eran las primeras veces que escuche hablar de sendero. Entre recuerdos y conversaciones con familiares, me comentan, que en la zona por donde reside aún mi familia en Barranca, por lo menos tres jóvenes fueron sentenciados por terrorismos. Hubo muchos atentados, asesinatos (entre ellos un familiar lejano) y distintas acciones que hicieron que sendero ejerza un poder, a través de la violencia, que alteraba la vida de la ciudad. Los paros armados eran acatados contundentemente, las voladuras de las torres hacían correr a todos a sus casas, la zozobra controlaba a la gente.

Todo registro fílmico que he visto sobre sendero genera miedo, la abundante obra sobre la violencia política de Carlos Iván Degregori y el informe final de la CVR, nos han dado el contexto donde se desenvolvió la violencia, así como han diagnosticado el fenómeno; además de otros textos y documentales, todos muy importantes. Pero, asistimos a esta información, para tener un poco de conocimiento, para poder exponerlo en algún conversatorio o conferencia, pero quizá no “sentimos” este tema, simplemente lo contemplamos, al menos en mi caso (y probablemente no deba ser diferente).

Por el contrario, el texto de Lurgio Gavilan “Memorias de un soldado desconocido”, me consternó, pero aun así, lo sentí lejano, como que era una historia triste de las alturas andinas, cuyo final no era “tan” malo. Sin embargo, con el libro “Los Rendidos”, la historia transita en los ámbitos de la familia y de lo personal, esta proximidad del individuo expuesto a circunstancias complicadas, vinculadas a afectos y valores; la forma como está escrito el texto, ayuda a integrarnos a la trama. Sus preguntas, son fáciles para construir una sensibilidad. Una sensibilidad necesaria para poder acceder a escuchar. Para dejar a un lado, quizá solo por un momento, los juicios anticipados. Agüero es claro al marcar una posición moral sobre los años de la violencia política en el país. Aunque no lo diga, tenía que hacerlo para ser escuchado. Aun así la gente sigue pensando que puede ser un senderista por ADN.

En el programa de Canal N “Tiempo de leer”, José Carlos Agüero mencionó cuáles fueron sus objetivos al publicar “Los Rendidos”: “Al contar la historia de mis padres, que fueron miembros de Sendero Luminoso, no fue con el afán de justificar su accionar. Ellos generaron daño, la generación a su alrededor generó daño, la gente que militó en Sendero generó daño. Pero, ¿qué ganamos diciendo que solamente fueron personajes fuera de la historia, como si fueran seres patológicos, enfermedades, manchas, simplemente terroristas? Yo creo que no lo eran. Eran seres complejos, que tenían motivaciones complejas, equivocados sin ninguna duda, pero no pueden estar reducidos a ser seres del mal que debemos destruir. Intentar comprenderlos a ellos, es intentar comprender a una generación, a todo un país. Al conocerlos a ellos, nos conocemos a nosotros mismos”. Si bien, no es suficiente solo el texto, para comprender las vivencias de los senderistas, si genera, estímulos para que la gente intente comunicar sus historias. Al leer, el libro, uno se encuentra con circunstancias cotidianas, a las que las doctrinas conservadoras y revolucionarias no han prestado atención. Historias cotidianas de dolor, vergüenza y culpa que expuestas al debate público, podrían contribuir a la memoria colectiva y para afirmar una posición democrática y a favor de los derechos humanos como sociedad.

La lectura del libro, me deja cuatro momentos que sensiblemente me generaron curiosidades sobre la conducta humana, sobre ¿Qué haría yo en aquellas circunstancias? El primero, es cuando siente Agüero alivio por la muerte de su madre y luego culpa por sentir ese alivio. Esta idea de yo sentir alivio, por la muerte de mi madre, me genera escalofríos. Pero ¿habrá una situación tan dolorosa en una relación madre-hijo para que la muerte sea un alivio? y como da muestra el texto, manteniendo en todo momento, el amor hacia ella.

El Segundo momento, es cuando al conocer a las víctimas de los atentados, que su padre pudo a ver cometido, pide perdón. Y este perdón, no tiene aceptación por parte de la familia de la víctima. ¿Por qué esa necesitad? ¿Por qué pedir perdón, por algo que uno no ha hecho? ¿Porque sentir esa culpa? ¿Existe en uno, un compromiso por al amor a sus padres para hacerse cargo de sus culpas?

El tercero momento, cuando es invitado a jugar por una amiga suya, pero la madre de la niña, simplemente lo desprecia y no lo permite. El argumento es por ser hijo de “terroristas”. ¿Ser excluido por ser hijo de alguien, es justo? Alguien tiene que vivir siempre con la vergüenza, porque su padre o madre decidió ser un senderista. Se les debe dejar de querer, aunque sea en el recuerdo, porque la sociedad los identifica como “bárbaros”, ese proceso de separación es posible, si es que se puede, no debe ser fácil.

El cuarto momento, cuando él no quiere volver a visitar a su abuela, porque siempre lo compara con su padre. ¿Por qué asumir la representación del padre ante la abuela? solo para que esta se calmara, pero siendo obviado.

Uno concluye “Los Rendidos”, sin conclusiones, sin afirmaciones solo con la sensibilidad de poder escuchar a quienes tengan historias incómodas. Cuando más espacios de diálogo sobre la violencia política se abran es mayor la seguridad que podemos tener para que no se vuelva a repetir y nos ayudarían a mejorar nuestra convivencia. Por el contrario, cuando el Estado, la sociedad y nosotros mismos, dejamos invisibilizadas estas historias, que pueden ser muy personales, pero a la vez también generacionales (hijos, sobrinos, por qué no nietos y hermanos de algunos senderistas), los arrinconamos a propuestas de exaltación a la violencia que le intentan dar sentido aquella barbarie. La reconciliación se inicia con el diálogo, y no es exclusividad de los bandos armados, sino debe ser la prioridad el diálogo entre la comunidad, donde todos tenemos responsabilidades.


Escrito por

MARCO SIPAN

Sociólogo con Posgrado en Estudios Políticos en la UNMSM. Investigador social y especialista en política electoral


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