La disputa del voto popular y emergente en Lima
Las escaleras amarillas en los cerros populares han sido el “emblema político” de los antiguos tiempos de Castañeda en la gestión edil. Las mismas que se han vuelto parte de la cotidianidad de miles de mujeres que votaron por él. Ellas son hoy, a puertas de las elecciones, un importante caudal electoral que con su respaldo, cualquier candidato puede romper la barrera del 10% en las encuestas y sacar ventaja en la competencia por el sillón municipal.
Recordemos que en la campaña 2014, aún teniendo varias investigaciones con la justicia, Castañeda obtuvo más de 2 millones y medio de votos y lo consolidaron como el representante político con mayor respaldo en la capital. Sin embargo, esta última gestión ha estado alejada de las demandas populares que junto a la decisión de postular a su hijo como su sucesor en el cargo y otros errores políticos más han terminado por distanciarlo de su electorado, que busca un nuevo populismo a donde migrar.
Esther Capuñay y Daniel Urresti son los candidatos a la alcaldía de Lima con mejores condiciones para aprovechar el vacío de representación que está dejando Luis Castañeda en sus votantes.
Las condiciones favorables para Urresti, más que por capacidades o conocimientos, se dan por oportunidades que se le presentan. Su alianza con Pepe Luna otrora aliado de Castañeda le está facilitando la red de operadores, recursos y candidaturas distritales que necesita para emprender la campaña. El hecho de ser militar en un momento social donde la principal demanda de la gente sea la seguridad ciudadana, la utilización de una retórica autoritaria y la simbología policial le sirve de mecanismo para canalizar la demanda de la ciudadanía popular; sin embargo, su gestión como ministro del Interior en el gobierno de Humala, trajo consigo un sinfín de cuestionamientos con respecto a su talante democrático y su machismo llegó a dañar honras de varias conductoras de televisión. Así mismo fue quien intentó amedrentar a miles de jóvenes que se movilizaron contra la LEY PULPIN.
Por otra parte, Esther Capuñay viene recorriendo los cerros y arenales como prioridad de campaña, conectándose con las organizaciones populares. Cuenta con la ventaja de su relación con las radios Exitosa y La Karibeña que le permiten una primera conexión de simpatía con la basta población distribuidas en los diferentes distritos. El símbolo de la mujer provinciana, que logra éxito en una ciudad tan discriminadora, racista y sexista como Lima, que no viene de una cuna noble y que reivindica lo serrano, provinciano y lo popular es un componente directo en la búsqueda de la representación política de la gente, dándole una lógica identitarias a sus demandas, que sumados a la utilización de una retórica que reivindique al pueblo como actor de la construcción de una nueva ciudad puede permitirle multiplicar su respaldo.
Además, nuestra capital ha sufrido una transformación en los componentes demográficos y sociales poco percibidos por los sociólogos varones, que no registran a la mujer chola profesional o empresaria emprendedora de sectores medios que según los estudios de CPI de finales del año pasado son la mayoría y están ubicadas en el sector C de la estructura socio-económica. En el intervalo de 25 – 39 años de edad que habitan mayormente en los distritos de Lima Centro: San Luis, La Victoria, Breña, Cercado y Rimac. De coincidir con discursos adecuados a las demandas directas de este importante conglomerado (seguridad, transporte y mejores servicios) puede ser el segundo aro de articulación y posibilidad de marcar una ruta firme a la victoria electoral de octubre.