DEL SUR AL PODER: CIFRAS, TERRITORIO Y ESTRATEGIA PARA LA IZQUIERDA EN LAS ELECCIONES DE 2026
En la política peruana, las buenas intenciones no ganan elecciones. Los clichés ideológicos, menos. Lo que sí marca la diferencia entre acceder o no al poder es la capacidad de leer el mapa político en clave de cifras, territorios y correlaciones reales. Es en ese horizonte que la reciente articulación entre Voces del Pueblo, el Partido de los Trabajadores y Emprendedores, Nuevo Perú y Primero la Gente no debe partir de una unidad testimonial, sino de una unidad estratégica, que se base no en el romanticismo de la izquierda, sino en la ciencia política electoral para la victoria.
LA IZQUIERDA NO ES UNA, NI TIENE POR QUÉ SERLO
Cada elección presidencial en el Perú ha traído un nuevo partido de izquierda. Esa es una constante, no una debilidad. La izquierda no se agota en una sigla ni en un liderazgo unificado. Es una fuerza plural, a veces contradictoria, que se reinventa cada cinco años con una mezcla de progresismo urbano, populismo campesino, radicalismo andino o nacionalismo popular. Lo común: todos ellos disputan, desde ángulos diversos, un lugar en la política nacional que no se subordine al poder económico, ni a la elite centralista limeña.
Este carácter efervescente y versátil de la izquierda ha tenido un mérito histórico: ha sabido leer mejor que nadie el pulso de las regiones del sur. Cada vez que un candidato de izquierda ha llegado a la segunda vuelta, ha sido gracias al voto sureño. No hay excepciones.
CIFRAS CLAVE: ¿CÓMO SE GANA UN PASE A SEGUNDA VUELTA?
Para acceder a segunda vuelta en las elecciones presidenciales del Perú se requiere, en promedio, entre 2.5 a 3 millones de votos. La pregunta estratégica es: ¿Dónde están esos votos y cómo se consiguen?
1. Las regiones del sur (Arequipa, Ayacucho, Cusco, Puno, Madre de Dios, Tacna, Moquegua y Apurímac) reúnen aproximadamente 5 millones de electores. Con una campaña efectiva, el sur puede aportar entre 1.2 y 1.6 millones de votos a una candidatura que articule sus demandas y resentimientos históricos contra el centralismo y el modelo económico. El sur vota en bloque.
2. El corredor del norte andino, es decir la sierra de Piura, con la sierra de la Libertad, especialmente Cajamarca, que junto con las zonas rurales de la selva central y oriental de Ucayali, San Martín y Loreto, así como las regiones del centro con Junín, Pasco, Huánuco y Huancavelica, pueden añadir entre 500 mil y 700 mil votos adicionales, si se construye una narrativa nacional-popular que conecte con sus luchas territoriales y necesidades productivas.
3. Lima Metropolitana, pese a su aparente hostilidad hacia la izquierda, ofrece un caudal mínimo de 600 mil a 800 mil votos si se moviliza adecuadamente a los sectores populares y provincianos de las Limas, Lima Sur, Lima Este y Lima Norte y del progresismo clasemediero, más los distritos electorales de Lima provincias y el Callao.
En total, una izquierda unificada y estratégica puede consolidar una base electoral realista de entre 2.5 y 3.1 millones de votos, lo suficiente para entrar con fuerza a la segunda vuelta.
LA POLÍTICA COMO GEOMETRÍA DEL CONFLICTO
La derecha peruana también repite patrones: existe una derecha populista con base en el fujimorismo que mantiene su fuerza en sectores empobrecidos de la costa norte y Lima, y una derecha tecnocrática, minoritaria, pero dominante en medios, capitales, encuestas y consultoras, que siempre termina subordinándose a la anterior. Lo hemos visto con Keiko Fujimori timoneando a toda la derecha en las elecciones del 2021, y luego haciéndolos bailar al ritmo de "fraude" y más recientemente todos juntos, co-gobernando en alianza con el régimen de Dina Boluarte.
Este panorama es estructural. El conflicto no es de programas, sino de emociones, memorias históricas y lealtades territoriales. El sur vota contra Lima, no porque odie a la capital, sino porque la ha visto durante dos siglos como el núcleo de una dominación. Por eso vota por el que desafíe al “establishment”. Y la izquierda debe ser eso, una respuesta ante "establishment".
DE LA DISPERSIÓN A LA ARTICULACIÓN: EL DESAFÍO DE LA UNIDAD ESTRATÉGICA
Lo que ha cambiado en los últimos años es la conciencia entre los liderazgos de izquierda sobre la necesidad de integrar esa diversidad territorial, cultural e ideológica en una estrategia nacional común. No basta con ser radical o popular. Hay que ser competitivo. La articulación de cuatro partidos con presencia y legitimidad en distintas franjas sociales y territoriales abre una ventana única para ello.
Primero la Gente aporta una mirada plural, descentralista, ecologista y de gestión pública de centroizquierda. Nuevo Perú consolida un espacio progresista con una pluralidad de sectores urbanos y en comunidades. Voces del Pueblo representa una sensibilidad más radical y popular. Y el Partido de los Trabajadores y Emprendedores incorpora la perspectiva desde los sindicatos tradicionales y grupos populares emprendedores. Esa combinación puede ser la fórmula ganadora si se planifica los eslóganes en base a datos e información por sectores, poblaciones y territorios.
LA AGENDA NO ES IDEOLÓGICA, ES PROGRAMÁTICA TERRITORIAL
El sur vota por dignidad, por memoria histórica, por exclusión. El norte vota por oportunidad económica. Lima vota por miedo. Cada zona tiene una lógica de comportamiento electoral que debe ser comprendida con rigurosidad. La izquierda necesita nuevos manifiestos menos ideológicos y más propuestas territoriales que encaje con la sensibilidad local. Quechua o castellano, migrante o nativo, urbano o rural, lo que une a ese votante de la izquierda es la esperanza de cambio ante la percepción de exclusión y desigualdad.
El reto es simple en apariencia: convertir el descontento en propuesta y la protesta en programa. El plan de gobierno debe ser una herramienta técnica y emocional, que le hable a cada región en su lenguaje, y le devuelva esperanza sin paternalismo.
EL MOMENTO UNIDAD PARA GANAR
El 2026 se gana con organización, números y realismo. No con purezas ideológicas. Los votantes izquierdistas es el bloque electoral más compacto, los partidos políticos de las izquierdas por eso ya no tienen que unirse para “sobrevivir”, sino para ganar, por eso es importante integrarse estratégicamente con la corriente electoral izquierdista para articular sus los bolsones electorales regionales y potenciar la participación. Solo así se pasará de la resistencia a la gobernabilidad. ¿Debe seguir abierta la convocatoria Ahora Nación? por supuesto y al resto de los partidos que no llegaron a obtener su inscripción para las elecciones de abril del 2026, los movimientos sociales, sindicatos, pueblos originarios y lideresas y lideres populares.
Las cifras evidencian el triunfo. El sur lo garantiza. La historia está lista para repetirse. Esta vez, con planificación y sin improvisación.
UN CANDIDATO PARA GANAR
La definición del candidato presidencial no puede ser un reparto entre cúpulas ni un cálculo de egos personales. Debe ser el resultado de una lectura rigurosa del mapa electoral: quién tiene mejor llegada en el sur andino, quién conecta con el electorado urbano popular de Lima, quién puede hablarle al votante del norte rural y de la Amazonía, y quién genera menos rechazo en los sectores indecisos. La unidad no consiste solo en juntar partidos, sino en construir una figura que concentre intención de voto, baje el antivoto y articule una narrativa creíble de cambio con gobernabilidad. Esa figura tiene que tener el reconocimiento de las bases sociales y de los liderazgos regionales. El criterio no es ideológico ni simbólico: es numérico. Es, en el fondo, elegir no al más puro, sino al más competitivo. Pero primero es cerrar la alianza, el candidato que salga de ella, con el inmenso tejido social de cuadros, comités y organizaciones sociales, tiene el tiempo a favor en comparación con los candidatos de la derecha, porque cuando la izquierda está unida, jamás es vencida.